Las plantas a diferencia de los animales no
experimentan miedo y no corren por su vida, por que no tienen ni cerebro ni sistema
nervioso central.
Aquí la historia de ésta afortunada vaquita
que se salvó del matadero por que corrió por su vida, pero al hacerlo no solo
salvó la suya, sino la de muchas otras
al hacernos concientes de que por abastecer el consumo de carne al cual
estamos acostumbrados culturalmente, muchas vacas han sido sacrificadas y
muchas veces de manera cruel causándoles un enorme sufrimiento.
Desgraciadamente, en muchos lugares las
medidas de “seguridad” son tan “buenas”
que miles de vacas y otros animales no han tenido ninguna oportunidad de
escapar y se encuentran en pedazos hermosamente empacados antojándosenos en los
supermercados de manera que es casi imposible relacionarlos mentalmente con lo
que son en realidad: trozos ensangrentados de animales sacrificados.
Son historias como ésta las que, al suceder fuera de su contexto nos toma tan de sorpresa
que nos ayuda a pensar y corregir
algunas cosas que han estado ahí por
muchísimo tiempo.
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